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Escribe Bárbara Gallardo
Ilustra
Florencia Ferrari Milano
Sin un sueño erótico ni de praderas flotantes,
con una imagen fija del horror cotidiano,
de una ciudad que cada vez más me mira con pequeños ojos de espanto.
Seguimos pidiendo al que nos pega que nos sane,
al que nos elige que nos clasifique,
que nos suba de estante,
que nos deje vivir,
que nos de derecho.
Miro a sus ojos a través del pelo ensortijado,
ni cantante ni obrera, pobre eligió ser.
Como podemos soportar que la culpen, que le otorguemos una elección
que fue hecha por otros,
a los que estira su mano - y mira sin entender por qué son tan altos y
sus ojos tan vacíos.
Esperanza, es esperar,
pero yo me canso,
y no entiendo por qué parezco loca por indignada.
Me canso, y no entiendo por qué
esta tan mal querer romper,
estas ganas de romper.
Porque nos piden esperanza, esperar esperar,
sumisos la bonanza.
Esperar a un momento mejor o peor,
pero que esperemos.
Esperar a qué si pies crecen,
panzas crecen,
arrugas crecen,
canas crecen.
Me canso y me revuelvo en la cama,
salgo al parque,
rodeo sus callecitas internas buscándola.
Observando más allá de esa reja,
todavía crecen las flores ansiosas,
y brotan,
se multiplican,
sin esperar a nadie, comienzan
a caminar.
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