martes, 29 de mayo de 2012

Revista Sinécdoque Nº2 | "Democracia real ya! el grito de los indignados españoles. Testimonio de una experiencia inesperada" (Escribe y fotografía María Alicia Gutiérrez)


Democracia
real ya!
el grito de los indignados españoles. Testimonio de una experiencia inesperada
Escribe y fotografía María Alicia Gutiérrez

Barcelona, ciudad intensa y con larga historia de organización y movilización silenciada, despertó un 15 de mayo al grito de Democracia Real Ya!!! La llamada “crisis financiera” (que ellos plantean que no es tal sino una “estafa”) golpeaba la vida cotidiana de los españoles sin que se manifestara oposición visible. Sin embargo, algo se estaba gestando y se recuperó en la Acampada BCN con una inesperada intensidad. Movimiento por la vivienda, en contra del “desahucio” (desalojo compulsivo por deudas en el pago de hipotecas), parados, plataforma indignados de los trabajadores de la salud y educación, grupos antisistema, okupas profundizaban sus demandas.

Esto no es una crisis, es una estafa

La acampada, que se inicia en Plaza del Sol (Madrid) y rápidamente se extiende a otras ciudades españolas, toma su epicentro en la barcelonesa Plaza de Cataluña. Ejemplar la estrecha relación entre Sol y Cataluña, en un estado (el español) desagregado por las luchas autonómicas y la merecida desconfianza al centralismo madrileño.

Como todos los inicios, su organización  parecía inorgánica. Recuerdo las primeras asambleas, bastante multitudinarias, con megáfono, donde la posibilidad de escucharse era dificultosa. Rápidamente fue tomando forma y la plaza fue gestionada como un pequeño poblado donde cada grupo o comisión tenía su carpa o espacio. Ilustrativo de ello eran las comisiones de organización, infraestructura, cocina (exquisita la comida realizada por distintos chefs que dieron su apoyo y que nos deleitaban a todos los que estuviéramos en la plaza), comunicación, y  las que se referían a diversos campos temáticos: salud, educación, medio ambiente, migración, feminismo, diversidad sexual, etc.

La creatividad colectiva tomo forma en Cataluña. Adornaban todo el ámbito de la plaza carteles con  diferentes referencias que hacían del espacio un lugar de interlocución permanente. Cada quien que la transitaba colgaba libremente su cartel. 

Que se vayan todos fue la consigna inicial que refería a la responsabilidad frente a la crisis de los políticos, los banqueros, el capital financiero, un combo que llevo a España, como a otros países de la vieja Europa, a una de las mayores crisis de los  últimos tiempos. 40% de desocupados entre los jóvenes entre 20 y 30 y pico de años, es una cifra más que elocuente. Soluciones neoliberales de recortes significativos en salud, educación y seguridad social, provocaron el efecto de la enorme indignación.


 La plaza se vestía de colores y consignas. El excelente funcionamiento que se fue acomodando con el paso de los días, permitía la participación de todo aquel que quisiera hacerlo. Así surgieron las multitudinarias caceroleadas que precedían la asamblea general de las 22,30 horas de todos los días. En dicho espacio se daba la información general y luego cada comisión pasaba su informe y propuestas que eran votadas. La asamblea tenía un lenguaje de manos para aceptar, no estar de acuerdo, pedir que se acortara el discurso, y también, como novedoso, que se impidiera el lenguaje soez, agresivo y sexista. Esto último fue un gran logro de la comisión Feministas Indignades, que con enorme esfuerzo trasvasó la dimensión de género por todos los espacios. Debo decir que la asamblea, ese  centro de reunión colectivo, se transformó en el lugar obligado de participación de miles de personas en silencio, con respeto y tranquilidad,  lo que no impedía el debate político y la proliferación de las diferencias.

En Plaza Cataluña se instaba sistemáticamente al respeto, la tolerancia y la convivencia con las diferencias. Eso no impidió que aparecieran situaciones de violencia (nada distinto al resto de la sociedad) que fueron rápidamente no sólo denunciadas sino trabajadas en una comisión especial, para comprender los procesos que llevaban al despliegue de esas situaciones que respondían a la existencia de una violencia estructural del sistema. El equipo de salud, con psicólogos, médicos y profesionales ponía sus conocimientos  al servicio de situaciones de desborde junto con los masajes para descontracturar y relajar frente a  momentos de gran tensión. No era de sorprenderse, convivían mas de 400 personas y transitábamos largas horas alrededor de un promedio de 3000 personas por día, número ostensiblemente incrementado en el horario de la caceroleada y la asamblea cotidiana.

Una organización intachable que fue desmantelada por la presencia de la Policía con el intento de desalojo. La respuesta pacífica fue inmediata, tanto por los que quedaron dentro de la plaza durante la intervención policial, como por quienes multitudinariamente apoyamos desde afuera. Luego de tres horas de tensión y destrozo total de las instalaciones pudimos reingresar. Ese día estaba convocada una marcha, que fue importantísima, de  la Plataforma Indignados de salud  desde Plaza Colon, por las Ramblas hasta la Plaza Cataluña.  En menos de tres horas fue rearmado el acampe y reescribiéndose los carteles con las consignas. Fue ejemplar el trabajo realizado por el conjunto de la ciudadanía para reorganizar el acampe, así como el cuidado masivo de la plaza en los festejos del Barça en la Champions League europea.

Tres semanas de participación, de debates, intercambios, emoción y dificultades coronaron en el levantamiento de la acampada luego  de  que,  una comisión ad hoc,  planteara a la asamblea general la propuesta y ganara por mayoría,  al igual que en  un importante número de  ciudades europeas.  La estrategia se trasladó a los barrios, que están funcionando con una reunión semanal de asamblea en Cataluña y algunas comisiones que continúan sus reuniones allí. O sea que la plaza sigue funcionando, con un centro de información para quien se acerque a consultar, pero sin  acampe.
Ante el inicio de la nueva legislatura, el día 15 de junio se produjo un nuevo acampe  masivo en el Parque Ciudadela frente a la  cámara de diputados. El objetivo era impedir la entrada de los diputados que debían debatir el nuevo presupuesto con los recortes para el siguiente año. Los políticos debieron entrar escoltados por la policía, y el  presidente de la Generalitat, como otras autoridades, en helicóptero. La concurrencia fue masiva, lo que muestra el modo en que seguían en pie las acciones del 15M. La  siguiente gran apuesta en todo el país  fue  la marcha del día 19 de junio  al pedido de “democracia real ya!!!”.

El 15M significa una luz, una esperanza, un nuevo modo de pensar la política, una nueva estrategia de construcción de poder, una crítica feroz a las políticas que llevaron a la crisis y unas reivindicaciones, los llamados “contenidos mínimos” de propuestas trabajadas colectivamente y con asesoramiento de especialistas, cuya comprobada viabilidad es un dato significativo. El 15M despertó a la participación a enormes sectores de la sociedad española en general y la catalana en particular, frente a atropellos que, llamaba poderosamente la atención, albergaran tanto silencio.

Desobediencia civil activa no violenta. La pregunta de la sociedad es ¿hacia dónde van, con qué tiempos, qué proponen?  La multiplicidad de debates y acciones dejaban en evidencia su crítica a la crisis: no es tal, es el salvataje de los que los hundieron. Ante eso no están dispuestos a conceder.  Críticas a la representación política, a las instituciones corruptas. Lo fundamental es el proceso y no el producto. No son tanto las propuestas concretas como las formas del debate, decisión y acción las que caracterizan al movimiento. Las personas se representan a sí mismas, en un movimiento sumamente diverso:  no hay aparatos, no hay líderes. Los reúne el hartazgo, el basta ya a tanto despliegue de impunidad.

Vamos lento porque vamos lejos

Tienen tiempo. Quieren ir despacio porque van lejos. Y mientras luchan por decidir cómo decidir, viven la vida ya, en la alegría de sentirse libres, enredados en el proyecto de reinventar la vida, empezando por la suya, por la de cada uno/a.  Puede tener problemas el movimiento, puede diluirse pero no desaparecerá como lúcidamente lo afirma Manuel Castells “sus ideas, sus esperanzas, las semillas rizomáticas de una nueva política sembrada hoy. Porque puede ser una última llamada de vida antes de precipitarnos en el torbellino de destrucción que nos arrastra” (Diario La Vanguardia, p.27, Sección Opinión, Sábado 18 de junio de 2011)
El 15M me encontró en la Plaza Cataluña. Me preguntaban y me preguntaba: ¿es igual al 2001 argentino? ¿Cómo salieron de la crisis tan rápido? El intento de comparar y encontrar los puntos de similitud y diferencia me obnubilaba vivir ese presente. Abandoné esa mirada y creo, pero es otro tema, que es diferente a nuestro 2001. Sin embargo, siento el privilegio de haber vivido un escenario de gran debate y movilización, que se propagó por la mayor parte de las ciudades españolas, que abrevó en el movimiento del mundo árabe unos meses antes, que sigue en la lucha, tal como expresé en una asamblea: “si no se van todos, y de eso nosotros/as sabemos, si no logran todas las reivindicaciones, esta experiencia, como sentimiento de vitalidad y resistencia, ya cumplió su cometido”.

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